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"Don't listen to what they say. Go see."

Algo hermoso

Algo hermoso

Piensa en algo hermoso. Algo hermoso era ese rostro, específicamente sus labios en reposo mientras dormía, también sus ojos pequeños eran tan bellos y tan escandalosamente transparentes cuando estaba despierto y me miraba. ¿Por qué me cuesta tanto pensar en cosas hermosas? ahora es una necesidad, las pesadillas me despiertan cada noche, me siento espantada, cansada. Mi vida ha estado rodeada de belleza, hermosura diversa, paisajes, momentos de amabilidad, colores, flores, pero por qué vienen tan pocas imágenes a mí cuando necesito una cascada tranquilizadora en mi desespero por evitar una pesadilla más. Después de la imagen del rostro dormido de J pienso en ese camino en el pueblo de Uji, cuando iba subiendo una montañita al lado de un río, escuchando una canción con Romy cantando en susurro y sintiéndome tan feliz. No era el pueblo más especial que hubiese visto pero sí el que me dejó ese fugaz momento de felicidad.

Las flores, me fascinan tanto, pensaré en ellas, las veo, las dibujo, las imagino. A veces compro combinaciones diferentes que acomodo con mucha emoción, entiendo que no tengo talento, ya lo sé, no logro hacer arreglos florares con forma o sentido, se ven más como unos intentos fallidos pero eso no importa, lo que importa es que están aquí conmigo y que su proceso de decadencia es también exquisito. Las flores me han llevado a pensar que casi nunca las he recibido como regalo, solo recuerdo cuando mi padre me trajo de cumpleaños una hortensia con un ave de paraíso y recuerdo ese girasol que me entregó en una de mis idas al aeropuerto, también recuerdo cuando W me regaló una rosa gris, no se siquiera si estaba viva o muerta, ¿era natural? estaba en una caja transparente y yo estaba tan sorprendida por mi reacción, ¿Por qué sentí tanta decepción? ¿es por que me molestó que pensara que yo sería del tipo que querría recibir una rosa en un san Valentín? -“al menos no es roja”- pensaba— pero si me conociera un poco sabría que soy más de las de rastrojo, o de cualquier flor menos de una rosa teñida que no se sabe si es real o no dentro de una caja plástica.

Piensa en cosas hermosas, por favor, no entiendo, por qué no vienen a mí todos esos templos hermosos que he visitado, esos rostros hermosos que me han sonreído, no vienen a mí esos árboles o esas pinturas que tanto me han gustado. ¿Una vida persiguiendo belleza visual para solo olvidarla? ¿y el hermoso rostro dormido de mi primer amor? ese seguro era tan bello para mí como luego lo fue el de J pero ya se ha esfumado de mi cabeza, todos los recuerdos se desmoronan, hasta los más preciados, esa es una pelea perdida, muchos están tan condenados a sus recuerdos y otros no podemos ni acceder a ellos.

Otra cara llega a mí, ¡ah! tan parecido a la de J, el rostro del buda gigante acostado en las afueras de Fukuoka, fui a él dos veces en años diferentes y de la misma forma me quedé mirándolo largo rato, sentada en las sillas frente a él, con la distancia perfecta para su contemplación mientras comía helado de matcha y vainilla. Ese buda tiene una sonrisa escondida, una placidez total y con él o por él, ahora me llegan imágenes cortas de montañas y las confundo todas aunque puedo reconocer el musgo fluor y el embrujo de las de Japón.

Recuerda cuando mirabas esos picos nevados en Nepal, la luna gigante en Adícora, la tortuga de esa laguna que sentía que me acompañaba, el delfín rosado bajo la balsa, la noche estrellada por el río amazonas, el viaje en burro a una ciénaga, recuerda los olores de Bali, las luciérnagas en los arrozales, los truenos, los cuadros de ese templo en Bangkok, los murales del otro, las nubes quietas sostenidas sobre el desierto, recuerda cuando caminabas por Graz, el amanecer en el Colca, las piedras negras de Jeju y todos esos días que viví en paisajes y ciudades que no podía pronunciar, pero ¿que pasó en todos esos días? por que siento que no vuelven a mí, no recuerdo de qué estaban llenos, que calles recorrí, que delicias comí, no se si lo tenga más claro mañana, cuando sea de día, pero de otro día, de otra semana, de otro año en el futuro, ahora desde la cama, la oscuridad, después de meses de cotidianidad, de hamaca aquí o hamaca unos kilómetros más al oriente, esta quietud que me trae pesadillas, la quietud a la que le suelo echar la culpa de todo y ahora cierro los ojos y solo quiero pensar en algo hermoso, toda la belleza posible que me haga de antídoto a los sueños oscuros que vienen.

El año de las piedras

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Luna llena en Swayambhunath

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