Días en Camboya
En mi primera semana en Camboya, lo que más disfrutaba era estar atrás en el tuk tuk recorriendo carreteras que olían a flores y pasto quemado. Visitar los templos de Angkor es como tener una revelación, majestuosas construcciones en piedra, en medio de la selva con hermosos grabados en las paredes; una inmensa ciudad que aparece ante uno de la nada, una historia que como la mayoría de culturas antiguas es ya impalpable y abstracta y lo único que te queda es agarrarte de lo monumental que aún se puede sentir en sus ruinas.
A los turistas se les satura de recorridos por los templos, yo me dejé saturar pero sin prisa, cuando uno viaja tiene que tomar decisiones todo el tiempo, decide abarcar mucho, abarcar poco, entender el contexto o pasar superficialmente por los puntos más fotogénicos. Si uno no sabe la historia del imperio Jemer, igualmente queda cautivado con sus obras, por que ir allí es sin duda una visita rica para los sentidos cuando no se está rodeado de miles de turistas, por que el turismo llega al punto de que se hace tan contaminante, que todos terminamos anestesiados, agobiados, y la huella de lo sagrado se encoge, se desvanece, por que para el turista lo que está pisando no es sagrado, es interesante, bello y ajeno.
Después de más de 500 años, Angkor Wat volvió a ser un motor de economía, y así, ver el alto flujo de gente por las carreteras, los vendedores de comida, los tuk tuk, los guías, todo ese despliegue de comercio al rededor de los templos, contrario a hacerme ruido ayuda a imaginar como fue en su época de vitalidad, por que las ciudades no importa de que siglo, traen caos, color y diversidad. Las carretillas y los elefantes se han cambiado por motocicletas y Camboya misma ha cambiado su mapa con un historial de imperio, colonias y guerras.
De Phnom Penh (Nom Pen), capital de Camboya, tenía poca información y pocas expectativas. La sorpresa ha sido muy grata. La ciudad tiene un ritmo similar al de Medellín y tiene también una brutal historia de violencia y genocidio. En Phnom Penh, se siente que hay un peso del pasado, se siente que está en reconstrucción, viviendo como nosotros, procesos que llevan décadas. En los años 70s, Camboya fue víctima de un genocidio que exterminó 1/4 de la población de su país. Los Jemer Rojos bajo el mando de Pol Pot despejaron las ciudades, Phnom Penh quedó vacía, sus habitantes fueron forzados a trabajar en el campo y en menos de 4 años entre ejecuciones, hambre y agotamiento, murieron millones de camboyanos.
Estar en un país de post guerra, en el trópico, con importantes niveles de pobreza y no sentir temor por que no hay inseguridad ni violencia es una idea contradictoria para quienes venimos de un contexto similar pero siempre golpeado por conflictos sangrientos y delincuencia justificada en la pobreza. Me siento feliz de viajar y encontrar lugares como este para presenciar otras realidad, otras formas, ver reflejos de lo propio en lugares apartados y comprender sus propios dramas, sus propios formatos de identidad, de belleza y de cotidianidad.
Info para visitar Camboya: La visa se obtiene a la llegada. Se necesita una foto documento + 30 dólares en mano. La moneda es el Riel Camboyano pero no es necesario hacer cambio, todo se puede pagar en dólares. 1 dolar = 4.000 rieles.